Gianni Moneta - 1984 Heinz von Cramer - 2000 Herbert Pagani - 1976 Paolo Rizzi - 1990 Pubblio Dal Soglio - 1987 Toni Kienlechner - 1984 Toni Kienlechner - 1986 Toni Kienlechner - 1988 Testimonianze visitatori - 1990 Testimonianze visitatori - 1991 |
Toni Kienlechner escribió de él en 1986
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Como algunos de sus predecesores clásicos y románticos llegados de los países nórdicos, así quedó prendado Heinz J. Düll de Italia. Sobre todo es el paisaje que lo fascina e inspira, de manera particular el paisaje de los lugares del sur de la Toscana, del norte del Lacio y del sur de la Umbria, que se unen en un fraternal abrazo. Un hilo conductor ideal transpira de sus dibujos y acuarelas, de Orvieto a Bolsena, hasta Todi.
En los más abruptos acantilados, en la tesitura exhuberante de la vegetación se encuentran contrastes fecundos que inspiran al dibujante. Otros contrastes se descubren cuando de la naturaleza muerta crecen las imágenes: arquitectura de castillos- villas- palacios, también construcciones rurales o por ejemplo, fantásticas figuras de piedra del Parque de Bomarzo.
En las acuarelas se han plasmado impresiones que pertenecen a un momento fugaz: de lejos – como un hada Morgana etérea – cerca de Orvieto con la preciosa fachada de la catedral, -como visiones desvanecidas – la isla del lago de Bolsena.
El íntimo sonido se encuentra en las pequeñas naturalezas muertas que constituyen una reverencia a la generosa tierra del Sur.
En éstas el brillo del rojo, verde y amarillo pretenden ser el apoyo, como si el pintor quisiera preguntarse si nuestro mundo está en peligro, o los peligros están al frente de lo que la naturaleza nos da. Esta manera espectral de sentirse representa la secreta unión de todas las obras de este artista.
Los restos de un gran pasado se encuentran en los márgenes de las representaciones de los paisajes y de las arquitecturas, un sonido suave silencioso habla en las delicadas acuarelas que nos transportan a pensamientos surrealistas.
No es por casualidad que en el juego barroco de la fantasia se entreveen también escombros y los cúmulos de desechos provocados por nuestro tiempo.
El paisaje con el que Heinz J. Düll comunica a través de sus obras es una antiquísima tierra, es testimonio del destino de los Etruscos, de los Romanos, de los Bárbaros, de los Príncipes y de sus batallas, habla de las riquezas de los unos y de las miserias de los otros. Todo ello resuena en sus cuadros y les da profundidad.
Traducción de Lydia Torres Bueno |