Gianni Moneta - 1984 Heinz von Cramer - 2000 Herbert Pagani - 1976 Paolo Rizzi - 1990 Pubblio Dal Soglio - 1987 Toni Kienlechner - 1984 Toni Kienlechner - 1986 Toni Kienlechner - 1988 Testimonianze visitatori - 1990 Testimonianze visitatori - 1991 |
Gianni Moneta escribió de él en 1984
barcelona@duellmemorial.com
Entre la regeneración y la fusión Propone lugares antiguos que no recordamos, evocándolos en las circunstancias de la vida contemporánea y persiguiendolos en su presencia simbólica a través de las variaciones y de los problemas del día a día. Representarlos artísticamente, con la tinta o con la tempera, no es tan solo un ejercicio de estilo que no desaparezca del horizonte cultural y de las situaciones de la vida, sino también de los símbolos de un país.
En su pintura Heinz J. Düell nos traslada el drama en donde este patrimonio será
subyugado, donde todo será olvidado en un futuro sin raíces ni valores. Pocos serán los
años que nos separan de este desvanecimiento de los testimonios, de las referencias
simbólicas, y el artista nos quiere recordar todo ello con fuerza componiendo las
referencias en una línea que está en polémica relación con el hombre.
El trabajo de este pintor es por tanto una reflexión sobre el mundo, un gesto de cariño por las gentes y las cosas, por la naturaleza. Una denuncia contra la degradación espiritual, contra la distorsión del equilibrio de la naturaleza, de las armonías del gusto, del estilo, del diseño. Nosotros somos demasiado comedidos para transformar la naturaleza, para dominarla, para interpretarla. ¿No es Italia el país más forjado por el hombre, donde el arte, la arquitectura compiten con el paisaje y donde las montañas y los ríos hablan nuestra lengua?
El paisaje, la naturaleza, la obra del hombre, en sus más variados testimonios,
proponen un juego cromático de líneas compuestas con rigurosa dulzura y ofrecen al
artista la posibilidad de entrar en el misterio de las fuerzas que confluyen en nuestro
espíritu. Se preocupa de no contaminar nada de cuanto la naturaleza y el arte han
propuesto al hombre y lo revisa todo en una síntesis de admiración y de advertencia.
Todo ello se convierte en un problema, una preocupación, en una pintura nítida, incluso
donde se describe sus tormentos, su problemática humana e intelectual de quien quiere
formar parte de la vida colectiva.
Es así como Heinz J. Düell libra al hombre moderno de melancólicos monólogos, para encontrar, crear y recrear las leyes de la belleza, las leyes del orden humanístico, la disciplina del proyecto pictórico, la organización de las formas y de los colores con un conocimiento del continuo hacer del arte y de los problemas de la vida como fuente de cada fuerza creativa.
Testimonios, pues, incluso advertencia, resumen y denuncia de una pintura que
es una clave de interpretación de las obras del hombre y de los escenarios de la
Naturaleza. Los estudios de arquitectura y la experiencia italiana han dado a Düell una
base que es muy evidente en el color blanco y negro, en los paisajes a tinta. También en
su pintura al óleo, con las delicadas naturalezas muertas, contienen la misma serenidad.
De gran originalidad son las composiciones de colores y de líneas en las grandes
temperas.
Fruto de una búsqueda que a nosotros nos parece profunda y original son los retratos al óleo que eliminan aquella estrecha relación y condescendencia del artista con el sujeto, para revelar motivos de autónoma elaboración, para salir con aquella que se puede definir una nueva figuración.
Como colofón, queremos determinar a través de experiencias y tendencias
artísticas que son los comienzos y los sentimientos más profundos de Heinz J. Düll: el
arte, la naturaleza, la religión y la dialéctica de una cultura entre el Norte y el Sur de
Europa, en los dos sentidos, por una civilización que, nos parece, dura desde hace dos
mil años.
Traducción de Lydia Torres Bueno |